Una de las costumbres gastronómicas de la Cuaresma y de la Semana Santa española son los dulces. Ideados para proporcionar un extra calórico a quienes ayunaban durante todo el día, son típicos de estas fechas los dulces fritos y las monas de Pascua, también conocidas como hornazos en algunos puntos del país.
Torrijas. Representan el sabor de la Semana Santa por excelencia. Su origen se remonta al siglo XV. Desde entonces poco ha debido cambiar en su elaboración: se empapa en leche o vino una rebanada de pan, que, tras ser rebozado en huevo, se fríe en una sartén con aceite. Puede aromatizarse con canela o algún licor, y se endulza con miel, almíbar o azúcar. En Madrid pueden comerse todo el año en La Casa de las Torrijas (Calle de La Paz, 4).
Pestiños. La historia del pestiño puede remontarse hasta el siglo XVI. Elaborado con masa de harina, a la que se añaden semillas de ajonjolí, se fríe en aceite de oliva y se pasa por miel. Su tamaño y forma son variables, aunque por lo general suele ser un cuadrado de masa con dos esquinas opuestas plegadas hacia el centro. Si quieres probarlo, no dejes de visitar la pastelería El Riojano. (Calle Mayor, 10).
Buñuelos. Se trata de una receta muy antigua de la comida mediterránea, con origen romano, muy habitual también entre los moriscos del sur de la Península Ibérica. En Madrid y Andalucía se consumen con especial asiduidad durante la Semana Santa. La Pastelería Nunos (Calle Narváez, 63) ofrece un amplio catálogo de buñuelos creativos que sorprenderán a cualquier paladar.
Monas de Pascua. Este pan dulce, adornado con uno o varios huevos cocidos, simboliza que la Cuaresma y sus abstinencias han tocado el fin. Muy típico en Cataluña, suele ser el regalo que los padrinos hacen a sus ahijados. En otros lugares se conoce como hornazo y tiene características propias. En Barcelona, L’Obrador ha recuperado la dulce tradición de la Mona Cristina, si bien sigue siendo habitual maravillarse ante los escaparates de las pastelerías con las versiones de chocolate de las monas, auténticas obras de arte culinario.
Bartolillos. Con un origen incierto, aunque antiguo, este dulce adquiere cierto protagonismo durante la Semana Santa. Muy parecido al pestiño, la masa se elabora con harina y manteca de cerdo. Tras la composición, se suele freír en aceite hirviendo hasta que dore. El toque final, azúcar espolvoreado o almíbares y una recomendación, comerlos nada más hechos. La pastelería con más solera de España, La Antigua Pastelería del Pozo, (Calle del Pozo, 8) realiza artesanalmente este dulce.
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ESPECIAL SEMANA SANTA: FERVOR Y EMOCIÓN PASO A PASO