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03/04/2009 10:04:55 - Gaceta del Taxi

CIEN AÑOS DE AUTOTAXI III. Los felices años veinte los taxis de colores y las mototaxis


Eran años de pruebas, de circulación por la izquierda, de nuevas medidas de gestión de la movilidad como las calles de sentido único, los guardias de la porra, los autobuses, los programas de educación vial y la regulación del aparcamiento.

A finales de 1920 el Ayuntamiento aprobaba la dependencia denominada Administración e Inspección del Servicio de Tracción Urbana, normativa encargada de matricular y vigilar el funcionamiento de cualquier tipo de locomoción (coches de plaza, autotaxis, mototaxis, autobuses) que provocaban un lío para reglamentarlos correctamente. Leyendo detenidamente las disposiciones municipales encontramos una amplia oferta de tarifas. Recordamos algunas: los coches de plaza (los de tiro animal) cobraban la carrera, dentro del primer límite, a 1,25 pesetas; las carreras de los autotaxis sin taxímetro -que todavía circulaban- a 3 pesetas la carrera dentro de los primeros límites, y  los coches con taxímetro tenían una tarifa más económica, a peseta el primer kilómetro y luego a 25 céntimos por cada salto de 300 metros. La hora de paraba estaba fijada en 4 pesetas.

En 1924 se aprobó el nuevo Reglamento para la matrícula de conductores de automóviles del servicio público y al año siguiente aparecieron las bases para la concesión de licencias. El reglamento creaba la matrícula obligatoria para todos los conductores de automóviles de SP cuyos datos quedaban consignados en unas fichas parecidas a las actuales tarjetas de identificación. También se establecieron los deberes de los patronos, obligados a registrar a los obreros conductores. De no cumplir con este trámite serían sancionados con multas de hasta 50 pesetas.

Los taxis de colores

Un detalle curioso de los autotaxis de estos años es que eran de diferentes colores en función de la compañía a la que pertenecían. Los hubo de color amarillo, de color "guinda" y rayas naranja o naranja y azul y hasta verdes con franja azul y estaban divididos en dos tipos según las tarifas. El Ayuntamiento había decidido introducir taxis baratos y una de las primeras compañías en arriesgar su capital con estos vehículos económicos fue la de Automóviles Taxímetros, una de las más importantes, que quiso colocar en la calle unos 200 coches de color rojo cereza. 

En 1925 la Casa de la Villa aprobaba las bases que regulaban las tarifas y el distintivo que debían llevar los diferentes tipos de taxis. Hubo precios que oscilaron desde los 40, 60 y 80 céntimos hasta 1´25 pesetas, mientras la hora de parada estaba en 3 pesetas. Los taxistas o chóferes eran trabajadores autónomos que abonaban 25 pesetas a la empresa propietaria del taxi para poder explotar el coche. Lógicamente, para que fuera rentable el negocio debían ganar bastante más porque el combustible corría por su cuenta.  Como es lógico, había días que ganaban un buen jornal y días que perdían dinero, que no sacaban ni para cubrir gastos, aunque aquel Madrid de Primo de Rivera era una ciudad muy activa, con una gran oferta cultural y una vida muy animada que invitaba a los madrileños a tomar un taxi para ir a los cines, cafés y teatros.

Las revistas municipales se pasaban en los paseos de Recoletos y Castellana, junto al hipódromo, y en los anuncios por palabras de la prensa aparecían reclamos de compra-venta de taxis de segunda mano a razón de cuatro o cinco mil pesetas. Los modelos anunciados eran de las prestigiosas marcas Dion Bouton, Delahaye o Ford Landaulet, parecido a los primeros modelos de 1909. 

Las mototaxis

La diversidad de transportes públicos se enriqueció con la aparición en las calles de un nuevo servicio: las mototaxis, reguladas con arreglo a los siguientes criterios municipales:

a) Todas las motocicletas debían llevar un aparato silenciador. La infracción era castigada con multas de 50 pesetas.

b) Los conductores de motocicletas debían ir vestidos uniformemente con traje de mecánico de color azul, de los llamados monos, y chaqueta de hule negro con gorra donde llevaban el número de carné.

c) El número máximo de viajeros era de tres (aparte del conductor) en las motos con sidecar y de una persona, más el conductor, en las de dos ruedas.

El Reglamento de Tracción Urbana de 1920 fijaba en cien el número de motocicletas de tres ruedas y establecía las paradas en los alrededores de la Puerta del Sol y calles Alcalá, Sevilla, Peligros y Gran Vía. Los modelos en circulación eran de las marcas Harley-Davidson e Indian, de gran calidad y dureza. La circulación de estos vehículos se ajustaba a las condiciones exigidas para el resto de las motocicletas particulares como eran las de adaptar la marcha a la velocidad de pedal al paso por los sanatorios o llevar instalado un farol verde. Pero este servicio, que ya funcionaba en París, no tuvo el éxito esperado entre el vecindario de la capital porque la prensa de la época empezó a publicar noticias de la progresiva desaparición de las mototaxis a partir de 1923 y de la posibilidad de sustituirlas por autotaxis. Próxima entrega: El taxi en tiempos de la República y de la Guerra Civil





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