Resulta difícil imaginar un escenario en el que el taxi y la bicicleta puedan tener algo más en común que la propia carretera. Sin embargo, el caso de Álvaro González de Galdeano, taxista de Vitoria, supone una circunstancia excepcional. Tras pasar toda la vida vinculado al mundo del ciclismo, primero como corredor profesional y posteriormente como director deportivo, en 2014, González de Galdeano decidió iniciar una nueva andadura profesional en el mundo del taxi. Un trabajo que siempre le resultó llamativo porque, como el mismo comenta, se asemejaba a su anterior forma de vivir que implicaba estar “todo el día en la carretera”.
Para dirigirse a las carreras, durante sus años de profesional, González de Galdeano solía trasladarse en taxi desde Vitoria, lugar donde residía, hasta el aeropuerto de Bilbao. Ya en sus últimos años, en su etapa final como director deportivo del equipo Euskaltel Euskadi, el icónico equipo ciclista vasco, el ex profesional empezó a plantearse su futuro trabajando en el mundo del taxi.
“Veía que mi momento como director no iba a durar mucho -el equipo Euskaltel acabó desapareciendo en 2013- y empecé a buscar y a fijarme en otras cosas que pudieran interesarme”, explica González de Galdeano. Fue entonces cuando se fijó en el taxi, un trabajo que, como el mismo reconoce, se asemejaba a su anterior profesión en el sentido de seguir vinculado en la carretera.
La familia inclinó la balanza
“Tuve conversaciones con otros taxistas y me contaban cómo era su vida, y como a base de trabajo habían salido adelante”, explica nuestro protagonista que, sin embargo, matiza que lo que terminó de inclinar finalmente la balanza fue la posibilidad que le daba el taxi de pasar más tiempo con la familia. “Escuchaba a los taxistas y todos dormían en casa, algo que para mi era fundamental puesto que pasar noches fuera de casa era algo que me había costado mucho en mis últimos años en el ciclismo”, indica.
Y es que tanto como ciclista como de director, González de Galdeano pasó muchos días fuera de casa para acudir a las distintas carreras del circuito internacional. “Me marchaba e igual estaba un mes seguido fuera. En total pasaba 160 días al año fuera de casa. Tenía hijos y no los veía”, manifiesta, añadiendo que, aunque económicamente le pudiera resultar rentable, al final le pesaba mucho no poder ver crecer a sus hijos y no poder ayudar a su mujer.
Una vez colgó la bicicleta en 2004, Álvaro afrontó la paternidad un año más tarde, puesto que siempre tuvo claro que no quería ser padre siendo profesional. “Quería estar en casa para disfrutar con los niños y eso es algo que hoy en día el taxi me lo puede permitir”, afirma.
Ahora en el taxi, González de Galdeano intenta aplicar todo lo que aprendió en un deporte tan exigente como es el ciclismo, donde valores como la constancia, resultan imprescindibles para lograr progresar. “Todas las armas que yo podía tener y de las que disponía en el mundo del deporte, al trasladarlas al taxi, me han ayudado”.
Y es que no son pocos los casos de deportistas profesionales que, una vez retirados, no saben cómo afrontar el resto de su vida laboral y no tienen claro cómo aprovechar lo aprendido. “La carrera de un deportista profesional, al final, es relativamente corta y hay muchos casos en los que el futuro es incierto, pero creo que esto cada vez está mejorando más”, explica. “Ya siendo director me di cuenta de que los chavales han ido cambiando”. /TAMBIÉN ES NOTICIA
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