Artículo. Retrato de un hombre de negro (y II)

Regreso al pasado. ¡Vivan las cadenas!

Pasados muchos meses de aquel fortuito encuentro, encontramos a nuestro querido Manolo en una situación bien diferente de aquélla, que el lector recordará de la primera parte de este "relato". Las cadenas apretaron de tal forma que Manolo las rompió finalmente, y, reencontrándose a sí mismo, decidió volver a ser TAXISTA. 

 

Pero las cadenas, a las que el pueblo español es aficionado (no hace falta más que indagar en nuestra Historia), no ejercen la misma presión a unos que a otros. Situémonos en enero de 2.019, el taxi barcelonés y madrileño se levantan al unísono ante una situación insostenible, las VTC's campan a sus anchas sin que las administraciones a las que correspondería regular su actividad tomen iniciativa alguna al respecto. Barcelona consigue, al fin,  tras varios días de lucha, el compromiso de unos mínimos aceptables para el sector, que decide volver al trabajo. Madrid, por el contrario, continúa en huelga indefinida, a la espera de "algo digno" que obtener.

 

 El que aquí expone, es testigo también en estos días, de la inmisericorde campaña en contra de nuestro gremio: medios que manipulan hasta la saciedad, contertulios "sabelotodo" que nos tachan de anticuados y violentos, actitudes de ciertos políticos que llegan a ser chulescas y  provocadoras ...

 

 Una parte no despreciable de la sociedad (al menos en cuanto a porcentaje se refiere) muestra su rechazo al sector, multiplicada esta inquina  por el factor "redes sociales". Es de reseñar que alguna pluma y algún que otro micrófono nos muestran su respeto y apoyo (honrosas excepciones). A la par observo cómo los compañeros/as junto a los que camino (infinitamente más valientes y luchadores que yo) permanecen con la cabeza bien alta y dispuestos a llegar hasta el final, dando una lección de integridad a quien quiera atenderla.

 

 De todo ello, y en medio de esta lucha, reflexiono postrado a causa de la fiebre en la cama, lo que me imposibilita estar al lado de mis compañeros durante un par de días al menos. Y de esta reflexión hago partícipe a quien ésto lea:

 

Yo, que tanto creí en esta nación y en su sociedad, en sus glorias y desdichas históricas, en su proyecto común siempre inacabado e incierto, en sus afanes superadores y, en fin, en mi pueblo, el español, al que siempre creí valiente y rebelde. Veo en estos días todo lo contrario: una sociedad de "mileuristas con smartphone" que nos increpa por defender nuestra forma de vida y nos tilda con los más variopintos insultos, veo a aquéllos, que fueron mi gente, encadenados al pensamiento único, a lo que dictan los "tiempos modernos de Chaplin", en pleno apogeo en estos días bajo el mantra del nuevo capitalismo globalizador. Veo a policías a los que obligan a "disolvernos" a golpes, convencido de que a muchos de ellos les dolerá el alma ante tal injusticia (lo he podido ver en sus ojos y también escucharlo de su viva voz, frente a mí)

¡Viva España?

 

Quizá siempre estuve equivocado y aquel ¡vivan las cadenas! que el pueblo español exclamó ante la vuelta del rey felón desde el exilio siga más vigente que nunca. Es realmente curioso que se invoque a la patria y a la vez se tome parte por quien incumple la norma, por multinacionales que precarizan el empleo y tienen su sede social fuera de nuestro país, por el glamour de un vehículo de gama media disfrazado de alta gama, por la amabilidad forzada y la botellita de agua. Ese españolismo no me representa, no creo que haya identidad alguna ni rastro de lo verdaderamente hispánico en ello. Muera por mí esa idea de una España cerril, conservadora y dócil. Si eso es mi país, y a día de hoy creo que lamentablemente lo es, no me siento parte de ese "parque de atracciones", patentado por los neo-liberales como negocio, no como proyecto común.

¿Viva España?

¡Mueran las cadenas en primer lugar!

26 enero 2019 . José Gabriel Rescalvo Casas  Lcia. de taxi de Madrid 5.281