“La movilidad multimodal día a día gana más adeptos”
En el mundo tan tecnológico como en el que estamos inmersos, el uso de los datos para conocer tendencias y gustos de los usuarios ayudan a las instituciones públicas y privadas a mejorar sus servicios. Con respecto a la movilidad, las plataformas también se sirven de esos datos cedidos por los usuarios para mejorar sus experiencias.
Renato del Bino, cofundador de Nort3 y coordinador del Comité de Movilidad de la Asociación de Marketing de España (AMKT), consciente del cambio de 360 grados que ha sufrido la movilidad de las ciudades, defiende en esta entrevista concedida a Maxmobility.es, el buen uso de los datos que se puede hacer para mejorar la forma de moverse de los ciudadanos en zonas urbanas que cada vez están menos pensadas para los coches privados.
Gaceta del Taxi.- El reciente estudio presentado por Appinio y las consultoras PONS Mobility y Nort3 en el Observatorio de Movilidad “Nuevo modelo en la movilidad futura: análisis de datos y del ciudadano”, ha llegado a la conclusión de que los españoles somos “reacios” a ofrecer nuestros datos de movilidad. ¿A qué cree que se debe?
Renato del Bino.- En nuestra opinión, el origen de esta conclusión se debe principalmente a una clara desinformación, a una falta de conocimiento de la ciudadanía, a ese desconocimiento de no saber dónde van a parar sus datos personales y qué van a hacer con ellos tanto instituciones públicas como privadas. También seguramente se debe a la clásica confusión entre qué son datos personales y no personales, ya que los anonimizados que son los únicos que se podrían usar y los primeros, los que identifican a la persona, están especialmente protegidos por la normativa europea desde hace algunos años.
A esto debemos sumar otro hándicap y es que numerosos usuarios continúan reticentes a que estos datos sean utilizados desde un punto de vista comercial y publicitario. Muchos usuarios no son partidarios de ese tipo de mensajes, pues los consideran totalmente inválidos o irrelevantes. Además, recibimos tal cantidad de impactos día a día, en todo tipo de niveles, que podemos llegar a estar sobrecargados y/o saturados de información.
G.T.- Sin embargo, si esos datos sirven para que los propios usuarios obtengan bonificaciones, sí que parecen mostrar una mayor predisposición a compartir sus datos. ¿Cree que falta en España cultura sobre el dato personal? ¿Debería haber mayor colaboración para facilitar el trabajo de las empresas, siempre con control?
RdB.- Sin duda, estamos todavía en una fase muy temprana. Ahora es cuando parece que hemos dado un paso al frente en ese camino de compartir nuestros datos de movilidad, pero antes debemos establecer una política de gobernanza clara y unos estándares compartidos que permitan técnicamente esa interoperabilidad entre los datos de los diferentes actores implicados en la movilidad.
Tenemos una clara asignatura pendiente: informar a la ciudadanía, no hay más. Y es que, según hemos podido comprobar en este mismo estudio, los usuarios sí parecen estar dispuestos a facilitar datos sobre sus hábitos de vida y/o consumo, si dichos datos aportan cierto valor y suponen un efecto directo de mejora en los mismos, en sus necesidades, en este caso, en el uso de su movilidad particular.
Del mismo modo, debemos empezar a pensar en otro concepto, el de los ‘datos no personales’. En numerosas ocasiones pensamos que nuestros datos solo sirven para machacarnos personalmente y lo que para realmente sirven es para recopilar información con el fin de que pueda servir para un colectivo. Es algo que va más allá de la pura comercialización del dato, hablamos de eficiencia entre oferta y demanda, ahorro energético vinculado a esa eficiencia y también ahorro de tiempo en nuestros desplazamientos. Gestionar de forma inteligente los datos no solo es bueno para las empresas, sino para el ciudadano.
G.T.- En el Observatorio, organizado por el Comité de Movilidad de la AMKT, se ha evidenciado cómo ha cambiado el paradigma de la movilidad en cuestión de pocos años, así como las necesidades de los usuarios. ¿Considera que los ciudadanos, sobre todo de grandes urbes, están adaptados a esta nueva movilidad multimodal que se ha implantado en ciudades como Madrid o Barcelona?
RdB.- Por supuesto, a la vista está. En grandes ciudades, especialmente, en Madrid o Barcelona, la movilidad ha sufrido un giro de 360º y ya no es tal y como la conocíamos hace unos años. El ciudadano tiene a su disposición una movilidad multimodal, en la que conviven modos de transporte más convencionales o tradicionales (como el transporte público o el vehículo privado) con nuevas alternativas, de movilidad compartida, como el carsharing. Una movilidad multimodal que día a día gana más adeptos. La pregunta no es tanto si los ciudadanos se están adaptando a esa nueva movilidad, sino si las instituciones y los políticos están siendo conscientes del cambio de paradigma que supone que la ciudadanía ya exige una ciudad para las personas, y no pensada solo para los coches.
Pero debemos extender esta multimodalidad al conjunto de nuestra geografía y debemos hacerlo fijándonos en todas y cada una de nuestras particularidades territoriales. El ciudadano de Madrid poco o nada tiene que ver, por ejemplo, con el ciudadano de Valladolid.
La movilidad tiene que centrarse en los diferentes segmentos de población. No podemos analizar la perspectiva de movilidad solo con la mirada puesta en las grandes ciudades. En aquellos núcleos urbanos donde no existe movilidad compartida se quiere y se pide esa movilidad.
G.T.- Algunas de las quejas ante el aluvión de nuevas formas de moverse de parte de algún sector de la población viene determinada por la escasa regulación que puede existir. Así se ha trasladado en algún momento incluso con los patinetes o vmp. ¿Creé que, a través de los datos, conociendo el comportamiento de los ciudadanos, se puede llegar también a una mejor regulación normativa?
RdB.- Por supuesto. Las Administraciones públicas tienen que actuar como paraguas, como filtro de esa gestión del dato, tienen que ser garantes de que exista una seguridad sobre la privacidad del usuario, pero indudablemente tiene que existir esa colaboración público-privada.
De nada sirve que tengamos a los usuarios especialmente protegidos si luego ese dato, por muy protegido que esté, no llega a ningún sitio, no es utilizado por entidades privadas que quieren ofrecer un mejor servicio al ciudadano. Hay que convencer al usuario de que esto es posible y a los políticos de que usen de forma inteligente los datos, y no la ideología, como base para la toma de decisiones en materia de movilidad.
MXM.- Muchos usuarios demandan nuevos servicios de movilidad ahora en las ciudades, como bicicletas, VTC, alquiler por días, ¿imaginaban hace cuatro o cinco años que se llegaría tan rápido a esta situación?
RdB.- Se está trabajando ya desde hace bastantes años con la percepción de cambios de paradigma en la movilidad de los usuarios, vinculados en parte a la evolución del concepto de sostenibilidad, pero también por los hábitos de consumo. Lo que está claro es que ahora los cambios se producen a velocidades vertiginosas y de manera mucho más rápida que en cualquier otra época reciente. Por otro lado, el consumidor ahora ya ha adoptado otro papel mucho más activo y demandante en cuanto a las soluciones que necesita y esto es un reto para todos, gobiernos, ayuntamientos, fabricantes, distribuidores….
G.T.- ¿Cuál cree que va a ser el papel del vehículo privado? ¿Tienen datos al respecto de lo que piensan los usuarios de su uso en las ciudades del futuro?
RdB.- El sentido de propiedad, tan arraigado en los consumidores de vehículos de finales del siglo pasado, está disminuyendo y sin duda nos estamos moviendo hacia un mundo de Mobility as a Service (MaaS) en el que cada usuario tendrá la posibilidad de disponer de manera multimodal del tipo de vehículo que necesite en cada momento, en función de esa necesidad concreta. Es importante destacar que no podemos fijarnos solo en la realidad y las necesidades de los usuarios de las grandes ciudades, sino que hay que buscar también soluciones igualmente válidas para la gente de las ciudades más pequeñas y de las zonas rurales, que suelen ser las grandes olvidadas.
G.T.- ¿Está el ciudadano español concienciado de la necesidad de establecer transportes alternativos y sostenibles para cuidar el medioambiente?
RdB.- Una gran parte poblacional, sí, al menos, a esa conclusión hemos podido llegar con nuestro estudio “Nuevo modelo en la movilidad futura: análisis de datos y del ciudadano”. Un 20% de los usuarios de nuestra muestra se manifiesta muy optimista con la llegada de la electrificación total del parque automovilístico español y otro 20% considera “probable” o “muy probable” que su próximo vehículo sea eléctrico.
Además, a lo largo de los últimos meses, hemos comprobado que esa tendencia no varía. No estamos convenciendo a esas personas porque éstas ya están completamente convencidas, lo que hace palpable que los argumentos de sostenibilidad están calando en nuestra sociedad. Ahora, es el turno de convencer a los indecisos, a aquellos usuarios que varían su disposición a que su próximo vehículo sea eléctrico. Y la comunicación y el marketing juegan un papel primordial en ello. La estrategia de ambas disciplinas debe centrarse en disipar las dudas de este nicho poblacional y ofrecerles la información necesaria para alcanzar su convencimiento total.
G.T.- Por último, y dado que es una evidencia cada vez más cercana, ¿qué datos tienen de las sensaciones de los españoles ante la futura llegada de vehículos de conducción autónoma?
RdB.- La tendencia que vemos es que la llegada de la conducción autónoma parece aún lejana. Cuando preguntamos a nuestra muestra poblacional cuándo cree que este “vehículo sin conductor” será el sistema de movilidad más utilizado en nuestro país, la opción más señalada (un 30%) es que será después del año 2040, algo para lo que quedan prácticamente dos décadas. Además, otro 21,4% de los usuarios se muestra más radical y opina que los coches autónomos nunca serán el sistema de movilidad más utilizado en el ecosistema español. Por el contrario, únicamente un 4,7% y 8,6% ven su futuro más cercano, para los años 2025 y 2030, respectivamente. Aun así, en el caso en que este tipo de vehículos ya estuvieran disponibles, un 41,9% de los usuarios indica que sí haría uso de él.