Cerrado por derribo

Por Manuel Suárez

 

Ya lo componía y cantaba el gran Sabina, hemos cerrado por derribo, puesto que no es de recibo el seguir generando pérdidas a costa de un gran esfuerzo y sacrificio, sin ver las oportunas ganancias.

 

Después de dos décadas de Santa Profesión, como también decía un mítico locutor de radio de corta estatura, otra empresa toca a su fin, cierra por no ser efectiva, en este caso la mía, y a modo de despedida quisiera dejar algunas reflexiones, como la de otr@s compañer@s que también se quedaron en el camino, sin llegar a buen puerto, hasta el final de una ansiado camino que llega con la jubilación.

 

Veinte años no son pocos en mi caso, prácticamente la mitad de mi vida, entregada a una profesión tan ingrata, como apasionante a mí entender. La lucha en la calle por recoger a un cliente se ha vuelto en una misión suicida, desesperada y amarga, después de vueltas y vueltas u horas en alguna parada, para depender de la suerte en casi un cien por cien, en cuestión de segundos que recibes la indicación del usuario, y escuchar de su boca la dirección del destino. ¿Cómo hemos podido llegar a tan incoherente situación? ¿Por qué no se ha puesto, o se ha querido poner solución? ¿Algún día este sector centenario se creerá realmente la fuerza que tiene de verdad, y actuara en consecuencia? Y no quiero que en ningún caso se malinterpreten mis palabras, como llevar acciones exageradas, o violentas, solamente reclamar por los cauces oportunos los derechos que le pertenecen, porque como todos sabemos, las obligaciones que nos imponen desde todos los estamentos por los que estamos regulados, las cumplimos a rajatabla.

 

Solo hay que ver la mejora en calidad y  servicio de los transportes colectivos que tiene esta ciudad, con el paso de los años, vehículos más nuevos y eficientes, aumento en la flota de estos, y con los últimos adelantos tecnológicos. Y nosotros y nuestro Regulador empeorando conjuntamente las cosas. Lo último como  ejemplo, el modelo de coche para la prestación del servicio de auto-taxi, el Dacia. No nos damos cuenta que a ojos de nuestros usuarios, en general la calidad baja, y no solo en el tema de los automóviles, sino a el aspecto personal, la higiene que falla en algunos de los casos, y como no la incompetencia de los que nos dirigen y nos regulan. Las luchas internas como ya me he referido en alguna ocasión, flaco favor nos hacen por no tener fin sus ansias de poder, es evidente que este no es el camino, todo lo contrario, es ir encaminado a la destrucción y al fracaso.

 

¿Qué esto tiene arreglo? Claro que lo tiene, solo hay que querer y creer en ello. ¿Algún día terminaran las luchas por llegar arriba? Seguro que sí, la voluntad es infinita por parte de algún@s y terminara cuajando en tod@s. La Unidad será posible, solo espero que no sea demasiado tarde.

 

Después de haber pasado años de blanco y rojo, con la esperanza de que entre tod@s podemos, he ido viendo todo un sinsentido en el día a día, y aunque hay que ir partido a partido, la vida sigue igual, desde la implantación de la tarifa fija, el pasado presente y futuro del sector sigue pasando por redactar un buen programa, a costa de que todos debemos de ser iguales, sin distinciones, mal que le pese a alguna maquesona empeñada en cambiar las marquesinas, para quien sabe qué. Aquí finalizo en mi último acto, y con esperanzas de empezar la reconquista desde Asturias como Don Pelayo. Fue un auténtico placer haberles conocido, con todo el dolor de mi corazón, mi tiempo toca a su fin. Buenas noches y buena suerte.