Un tribunal de derecho laboral dictaminó el pasado viernes que los conductores de Uber no son independientes, sino que son empleados pertenecen a la empresa y, por lo tanto, tienen derecho a recibir un salario mínimo, así como la retribución de los días festivos y de los descansos vacacionales.
Esta decisión judicial, que es aún recurrible, supone la primera reacción de la justicia británica a la demanda que presentaron ante los tribunales dos trabajadores de Uber –James Farrar y Yaseen Aslam- que esgrimieron en su escrito una falta de derechos laborales básicos y la precariedad de las ganancias medias.
Los responsables de la compañía californiana han anunciado un recurso contra el dictamen emitido “aunque afecte tan sólo a dos personas”. Jo Bertram, director de Uber en Reino Unido, ha defendido la posición de la empresa y ha explicado que “la inmensa mayoría de los conductores que usan la aplicación Uber quieren mantener la libertad y la flexibilidad de conducir cuando quieran”.
Por su parte, desde la parte sindical que apoya a los conductores demandantes ha defendido la decisión judicial y ha pedido un gobierno más duro frente a las nuevas empresas de economía colaborativa.
Esta decisión podría tener un impacto más grande y afectar al resto de empresas tecnológicas que conectan a trabajadores independientes con sus clientes, como es el caso de las compañías de servicios de entrega rápida de alimentos, muy común en Reino Unido.
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