Siempre ha sido una reivindicación histórica, unas veces permitidas y otras no. La publicidad ha venido para quedarse, y la polémica no ha tardado en salir a la palestra en el momento que un partido político usó este soporte para la campaña en las pasadas elecciones locales y autonómicas, provocando algún incidente aislado.
Me pregunto, ¿estaba el sector preparado para esta campaña? Si en un futuro, por ejemplo, el anunciante es una clínica abortiva, ¿también vamos a demostrar prejuicios?
Todos nosotros como sector debemos comprender que es un soporte publicitario, y dinámico, por tratarse de vehículos que recorren todo Madrid. Algo muy atractivo para muchas empresas y un punto de mira incluso internacional.
Además, para nosotros es una fuente de ingresos extra, que nos ayudará en nuestra maltrecha economía: para unos será el recibo del autónomo y para otros el seguro del coche, porque está claro que los ingresos que tiene el taxista por esta publicidad son más bien escasos.
¿Realmente la publicidad al taxista le supone una fuente de ingresos o son las empresas privadas junto con alguna asociación las que se benefician de ello? Porque entonces el debate sería muy diferente. Al tener tantos intermediarios, el eslabón más débil sale perjudicado. Actualmente la mayoría de nosotros no llevamos publicidad, porque el mercado no lo permite, aunque en un futuro, sería de desear que todos pudiéramos disfrutar de campañas de publicidad con unos ingresos razonables que no pongan en cuestión si merece la pena o no estropear la pintura de nuestros coches. Tarea tenemos todos, porque estamos en pañales en este aspecto, nos queda madurar un poco, para conseguir mayores ingresos y para tener una publicidad más digna.