Para trabajar y para disfrutar es fundamental tener el coche siempre a punto. Además del paso por el taller para revisar frenos, neumáticos y amortiguadores, los expertos recomiendan el uso de carburantes de calidad para alargar la vida útil del motor y reducir el consumo.
Sin embargo, en un entorno económico todavía de crisis, son muchos los profesionales y particulares que prefieren ahorrar unos euros al año utilizando combustibles low cost sin pensar en las consecuencias de esta decisión.
Según explicó Norbert Neumann, Director de desarrollo Tecnológico de BP, uno de los principales problemas de los carburantes low cost es el exceso de sedimentos que depositan en los motores. “Los sedimentos, junto con la corrosión, provocan obstrucciones en los inyectores que implican que el motor requiere más combustible para funcionar”. Esto, a la larga, supone un mayor gasto y acorta la vida del automóvil.
La incorporación de aditivos extras, que mejoran el funcionamiento de los motores, logrando una mayor limpieza y un rendimiento superior, es precisamente la clave en la diferencia de precio entre un carburante premium y uno low cost.
“Son más competitivos en precio, pero menos eficientes”, señaló Neumann desde las petroleras e insisten en que permiten hacer menos kilómetros por litro y perjudicar seriamente los inyectores. Por el contrario, “los motores limpios son más eficientes: ofrecen un menor consumo, menos ruido y menos emisiones de CO2”.
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