Por Manu Sánchez
Responsable del Grupo Emprendedor de Estudios Técnicos del Taxi
La actual situación de globalización de los mercados, con la irrupción de los medios tecnológicos y los procesos productivos de los mismos, han provocando que las estrategias coordinadas para el empleo que postula la Unión Europea se orienten hacia la obtención de una población activa cualificada. Una población cualificada que debe de pasar por la educación y la profesionalización, que son los medios más adecuados para construir la personalidad de una persona, desarrollar al máximo sus capacidades, conformar su propia identidad personal y configurar su comprensión de la realidad, integrando la dimensión cognoscitiva, la afectiva y axiológica.
El derecho a la educación se aposenta en el artículo 27 de la Constitución Española al reconocer a todos con el fin de alcanzar el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales. Mientras, el artículo 40 exige de los poderes públicos el fomento de la formación y readaptación de profesionales. La “Educación” y la “Formación” son elementos de esencial importancia en una sociedad en un constante progreso, pues introducen signos de pleno conocimiento en nuestra vida social y en nuestra faceta profesional para poder ejercer y/o representar una actividad profesional.
La antigua “capacitación profesional”, hoy conceptuada “competitividad profesional” se incorpora en los últimos Reglamentos comunitarios de transporte otorgando una mayor relevancia para unos determinados modos de transportes y de cierta estructura empresarial que han modificado los programas y las pruebas de capacitación para el ejercicio de la actividad de transportista, dirigidas a conseguir una cualificación de los nuevos transportistas en línea con las exigencias que se producen bajo el paraguas del derecho administrativo.
Por consiguiente, la necesidad de un diálogo constante y fluido en la relación con las administraciones públicas, de una mejora de la seguridad vial y de la prevención de riesgos laborales, de la implantación de prácticas profesionales orientadas a la minimización del impacto medioambiental del transporte, de la adaptación del mismo a la intermodalidad y la mejora en la calidad de la prestación del servicio del taxi, de su gestión integral, así como de una perfeccionamiento en la atención al ciudadano, “REQUIERE” de los taxistas, adquirir una mayor destreza, capacidad y aptitud profesional añadidas y distintas a la exigida en la obtención del permiso municipal de conducción de un autotaxi para la prestación del servicio público.
Hoy nuestra profesión debe de apuntar hacia la tecnificación de los recursos propios con capacidad profesional en hacer sostenible tanto la actividad como la prestación de los servicios ofrecidos en aras del usuario. Por lo tanto, la comprensión del medio no lo es todo y hoy más que nunca el colectivo del sector del taxi precisa en adquirir una mayor cualificación en el conocimiento de nuestra materia, incorporando de igual manera ese paraguas que se encuentra en el derecho administrativo. Paraguas cuyo lenguaje tan solo es practicado por las Administraciones Públicas. Por lo tanto, la capacidad formativa del colectivo dotará de una mejor representatividad ante las administraciones públicas y estamentos políticos. Los tiempos cambian y avanzan muy deprisa. No podemos quedarnos atrás.