Los taxistas parisinos han desconvocado la huelga que desde el pasado 26 de enero ha mantenido paralizada la capital francesa. El Primer ministro francés, Manuel Valls, se ha comprometido a “garantizar la regulación del sector del transporte” y a perseguir a quienes actúen desde la ilegalidad. Desde el Gobierno mantienen que las asociaciones i tienen la puerta, pero insisten en que era “importante” ponerle fin al conflicto.
Según explica en nota de prensa el Gobierno francés, su objetivo es restablecer “lo antes posible las condiciones para una competencia justa y equitativa” entre los taxis y otros medios de transporte público de personas como son las VTCs. En Francia, a diferencia de España, las VTCs no se encuentran contingentadas y no existen ningún control sobre el número de autorizaciones que operan a día de hoy.
En cuanto a las plataformas, el Ejecutivo insiste en que deben volver “imperativamente” a cumplir con la ley y advierten de que en caso de que se nieguen a cumplir con la normativa “serán castigados, cesarán su actividad y tendrán que cerrar sus páginas web hasta el final de los procesos judiciales que se inicien”. Para ello se pondrá en marcha una política de control “multidisciplinar” que se aplicará la próxima semana en los 12 departamentos más afectados por la competencia desleal.
Valls ha querido señalar que el Gobierno “ha cumplido con sus obligaciones” tras la puesta en marcha de una serie de normativas que permitirán a la administración controlar el número de vehículos adscritos a las aplicaciones. Explican que éstos serán avisados “inmediatamente” para cumplir con sus obligaciones fiscales.
El anuncio de desconvocatoria ha pillado por sorpresa a muchos taxistas que amanecían por cuarto día consecutivo en Le Porte Maillot, que se ha convertido en epicentro de las protestas. Cuatro días muy duros e intensos según diferentes taxistas consultados por este medio que se han resuelto de una manera “poco satisfactoria” para algunos de los profesionales que, nos explican, se sienten “traicionados”.
En la primera imagen, Manuel Valls, Primer ministro de Francia