Viaje surrealista por el Mediterráneo
La exposición “Sueño o realidad” de Giorgio de Chirico, que se puede disfrutar en la sala de exposiciones del CaixaForum en Barcelona hasta el 22 de octubre, recorre las principales fases artísticas de este polifacético genio creativo.
Si algo caracteriza la obra de este artista italiano nacido en Grecia en 1888, es su constante búsqueda de la transformación del arte clásico italiano y la investigación de la idea artística, influenciado por los movimientos surrealistas, por la cultura mediterránea y por grandes artistas y escritores de la primera mitad del siglo XX.
Estudiante de arte en Atenas y Florencia, fue en 1906 cuando ingresó en la Academia de Bellas Artes de Múnich. En la ciudad germana entró en contacto con las obras de filósofos como Nietzsche y Schopenhauer, y desde entonces, la narrativa supuso un elemento fundamental en todos los temas de Chirico. Tanto es así que en 1925 publicó la novela “Hebdómeros”, de la que el poeta John Ashbery afirmó que se trataba de una de las mejores obras literarias del surrealismo.
Una vez regresó a Italia y antes de entrar en contacto con el surrealismo parisino, comienza verdaderamente su obra pictórica. En 1910, ya en Florencia, pintó “El enigma de una tarde de otoño”, la primera de sus obras de una serie conocida como la “Plaza Metafísica”, el trabajo por el que más se identifica mundialmente a De Chirico, donde muestra esa transformación del arte clásico desde el plano metafísico. Estas obras evocan ambientes sombríos y los modelos eran paisajes urbanos inspirados en ciudades del Mediterráneo.
Sus pinturas metafísicas poco a poco fueron evolucionando y la atención del pintor se centró en la representación de habitaciones llenas de objetos donde predominaba la presencia de maniquíes. Es característica la ausencia de la presencia humana en la mayoría de sus obras.
Tras participar en la Primera Guerra Mundial, De Chirico decide, al igual que muchos artistas que optaron por una “vuelta al realismo”, abandonar el estilo metafísico por obras que, siendo más realistas, le otorgaron un menor éxito. Los temas iconográficos centraron su obra entre 1920 y 1930.
Ya en la década 1940, De Chirico se centró en investigar las técnicas sobre la pintura de los grandes maestros de la época y en el final de su vida, en lo que se refiere a su obra pictórica, inició un periodo conocido como neometafísico. De esa época destaca Caballos de Carrera, una obra de 1958 donde pudo expresar su gusto por los corceles.
Más que pintura
Esta exposición permite disfrutar al gran público de las pocas esculturas que realizó el genio italiano a partir de 1940, tanto en terracota como en bronce. En la muestra se expone su principal obra en esta rama artística, El arqueólogo, de 1968.