Gema comenzó en el mundo del taxi hace 5 años, pero su vocación, a la que dedica incesantes horas al día, la lleva a tener la cabeza constantemente en la escritura. Una afición, explica la autora, que se ha convertido en verdadera necesidad con el paso del tiempo.
Una libreta es su compañera inseparable de faenas a bordo del taxi. Siempre junto a ella, confiesa Gema, permanece en el asiento del copiloto y, de manera rápida y sirviéndose del rojo de los semáforo, aprovecha para anotar cualquier cosa que le pase por la cabeza. Ideas y pensamientos que, al finalizar la jornada y una vez llega a casa, serán plasmadas en sus escritos.
Fruto de un intenso trabajo, y sobre todo de ilusión y perseverancia, nace la primera obra de la escritora Gema Fernández Gallego ‘En Sueños’, una historia fantástica que narra un pasaje sobre brujería con los bosques de Navarra como telón de fondo. La protagonista de la historia es Lara, una joven de 20 años que comienza a visionar en sueños una serie de aspectos que su familia le mantenía ocultos. Con estos sueños llegan también unos cambios en las actitudes de Lara, que aunque le sorprenderán en un principio, le ayudarán a ir atando cabos poco a poco.
Gaceta del Taxi: Acaba de presentar tu primer libro, ‘En Sueño’, ¿cómo se fue orquestando su creación?
Gema Fernández Gallego: Es lo primero que escribo en serio. Antes había hecho relatos e historias, era una afición que tenía de siempre pero realmente comencé a darle importancia a la escritura en una etapa complicada de mi vida en la que me volqué en la lectura para evadirme. Y como leer no me bastaba me puse también a escribir.
Así llegó ‘En Sueños’. Es un libro que tardé en escribir unos nueve meses, y algunos más en pulirlo completamente. Yo trabajo todo el día, soy taxista y tengo además niños pequeños. Por eso aprovechaba para escribir entre semana, cuando llegaba de trabajar, y sobre todo los fines de semana, que me ponía más en serio.
Una vez tuve el borrador se lo dí a varias personas de confianza para que lo leyesen y me dieran su opinión. Les pedí que no tuviera pudor en decirme lo que creía que no estaba bien, pero en ningún caso me propuse escribirla para que fuese publicada. Tuvo una respuesta muy buena, todos me fueron diciendo que les gustaba y me pedían una segunda parte. Entonces ya me plantee hacer una continuación, cambiando el final de la historia en el borrador y añadiendo personajes.
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Libreta siempre a mano
G.T.- Trabaja como taxistas, una profesión ahora más sacrificada que nunca, ¿cuándo encuentra tiempo para escribir?
G.F.G.- Yo en el taxi siempre voy con mi libreta y hay veces que se me ocurre algo y aprovecho por ejemplo en un semáforo para tomar notas. Una vez estoy en casa le doy forma a todo eso. De madrugada, si me desvelo mientras duermo, también trabajo muy bien.
G.T.- Cada vez son más taxistas los que deciden volcarse en la escritura, ¿la atmósfera que envuelve al taxi inspira para escribir o más bien lo hacen las largas esperan en las paradas?
G.F.G.- A mi me resulta complicado concentrarme cuando estoy en una parada. Hay veces que he escrito pero estoy pendiente de otras cosas: la emisora, de si se va el taxi de adelante, etc. Tampoco mi profesión me permite inspirarme para las novelas que a día de hoy realizo. No puedo aplicarla al tipo de gente que sube al taxi. A pesar de esto no descarto en un futuro escribir algo más en relación con mi trabajo.
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Apoyo de los compañeros
G.T.- ¿Qué opinan sus compañeros de que en su tiempo libre sea escritora?
G.F.G.- La escritura era algo que yo llevaba como muy ‘mío’, por lo que todo esto fue una sorpresa para ellos. No fue hasta que la editorial me confirmó el día de la presentación cuando dí el paso de decírselo a los compañeros de trabajo. Todos se portaron muy bien y muchos fueron a la presentación. Incluso algunos pusieron carteles del libro en sus taxis para darlo a conocer. Un detalle.
G.T.- ¿Cuánto tiempo lleva en el taxi?, ¿por qué esta profesión?
G.F.G.- En septiembre haré 5 años. Me decanté por ser taxista porque soy una persona que no puede permanecer quieta en casa. Dejé mi trabajo de administrativa y me quedé embarazada de mi segundo hijo. Tras dar a luz quería volver a trabajar. Yo veía a mi marido trabajando su taxi y me picaba el gusanillo. Me gusta conducir, soy muy atrevida. Un día decidí sacarme la cartilla y desde entonces aquí sigo. Y hoy por hoy puedo decir que es el mejor trabajo que he tenido. Yo creo que estaría peor en cualquier otro sitio. Te permite conocer a muchísima gente, hablar con ella y eres muy independiente.
G.T.- ¿Ha notado en estos cinco años el efecto de la crisis?
G.F.G.- Por supuesto. Cuando yo empecé la cosa iba bastante bien y había mucho más trabajo. Antes podría vivir trabajando siete horas y media. Ahora no.
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