La buena imagen se impone en el taxi español. Cada vez son menos los que apuestan por un vestuario más informal o relajado frente a quienes creen conveniente dar una imagen más profesional al volante. Además, desde algunas asociaciones, emisoras e incluso desde las administraciones, también se está empezando a concienciar e incluso a obligar a que los taxistas cumplan con una uniformidad que haga mejorar la calidad del servicio.
Una empresa no es sólo el servicio que nos ofrece, sino también lo que los usuarios, reales y potenciales, perciben de ella. Para ello es importante la imagen que proyectamos, y la indumentaria de quienes representan a dicha empresa, o en este caso, servicio, debe proporcionar una impresión positiva del negocio, a la vez que transmite confianza y genera profesionalidad.
En una empresa como es el taxi, formada por más de 70.000 titulares de licencia y miles de conductores, la imagen corporativa se diluye entre normativas autonómicas o municipales, quedándonos como imagen clara de lo que es un taxi la capilla o luminoso y los diferentes indicativos externos en aquellos vehículos que así los lleven. Con respecto a los profesionales, es cierto que durante años el taxista iba totalmente uniformado, gorra incluida, si bien desde hace varias décadas esa imagen del “chófer” tradicional dio paso a la vestimenta personal de cada profesional.
No obstante, hay ciudades, muchas de ellas localizadas, curiosamente, en las Islas Canarias, que han apostado durante años por el uniforme, que ha sido llevado de manera intermitente por los profesionales y que de una parte a ahora ha vuelto a imponerse como seña distintiva.
Sin embargo, la uniformidad o el uniforme como tal, es una medida que divide. Hay quienes consideran que se trata de un elemento que no es necesario y que apuesta por respetar la normativa, que impide, en prácticamente todas las ciudades, que los taxistas lleven camisetas sin mangas, bermudas o chanclas. Respecto a la vestimenta a la hora de conducir, el Reglamento General de Circulación prohíbe hacerlo con tacones, descalzo, con chanclas o sin camiseta. No ir correctamente vestido y calzado puede acarrear multas de 200 euros. Se considera que no cumplir este requisito puede disminuir la capacidad de controlar el vehículo. También hay quienes apuestan por su obligatoriedad, especialmente ahora que se acerca el buen tiempo y ante la falta de concienciación de alguna parte del sector.
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