Hace 10 años, Rocío Amores decidió invertir en el único taxi de su pueblo, Caracuel de Calatrava, en Ciudad Real. Hablamos con ella a finales de febrero, cuando el coronavirus era una enfermedad china que creíamos muy lejos de nuestras fronteras. Ella es una de las pocas mujeres que ejerce esta profesión en el entorno rural y por este motivo, la Asociación Provincial de Taxista de Ciudad Real le ha concedido, aunque con varios meses de retraso por la pandemia, su premio Quijotaxi 2020. Un reconocimiento que ella no se esperaba y que le hace mucha ilusión. “Estoy muy emocionada, la verdad es que me pilló de sorpresa y no supe cómo reaccionar”.
El trabajo en un pueblo de la llamada “España vaciada”, con apenas 139 habitantes, según el censo de 2018, es difícil. Tan difícil que Rocío no puede vivir solo de su taxi y regenta también una tienda. “Antes tenía un bar, pero ahora con el taxi y la tienda puedo vivir”. Como ella misma reconoce, “es un pueblo muy pequeño y cada año que pasa hay menos gente”.
En su caso, como en el de tantos taxistas rurales de Castilla-La Mancha, las rutas escolares le permite obtener unos ingresos que de otra forma serían inexistentes. “El transporte escolar es lo que me permite vivir”, aunque cuando empezó a trabajar el taxi hacía dos rutas y ahora solo una porque “cambiaron las condiciones del concurso”. No obstante, Rocío asegura que lo que menos hace es de taxista. “A veces me sale un viaje a algún municipio cercano, pero no es lo habitual”.
Además de las rutas escolares, Rocío cree que deberían fomentarse otro tipo de medidas para que los taxistas de los pueblos puedan seguir operando, como la posibilidad de servicios a demanda. Aunque reconoce que el servicio de autobuses en la región es bueno, “en muchas ocasiones esos autobuses van prácticamente vacíos, siendo al final deficientes, y no sé hasta qué punto sale rentable a la administración mantenerlas así”.
Mujer en el mundo rural
Si la figura de la mujer en el taxi urbano sigue siendo minoritaria, en el entorno rural es casi residual, a pesar de que que suponen un 49,15% de la población de las zonas rurales y ejercen funciones de vital importancia para el mantenimiento de la sociedad rural en el territorio. Cuando le preguntamos si conoce a otras compañeras en el taxi, nos responde, después de varios segundos pensando,que por la zona conoce pocas mujeres que se dediquen al taxi. No obstante, a pesar de la falta de mujeres en el sector, Rocío asegura que nunca ha notado un trato diferente cuando trabaja su taxi “ni en el pueblo ni en otros municipios, como puede ser la capital”.
Aunque al principio le daba un poco de miedo, siempre le ha gustado mucho conducir y poco a poco se le ha ido quitando. También reconoce que le gusta ser su propia jefa y repartir el tiempo como mejor le viene. Y aunque cuando empezó, hace diez años, tuvo que invertir una gran cantidad de dinero, el balance es positivo. “En general, estoy muy contenta con la decisión, pero es cierto que los últimos años han sido más difíciles”. Al cambio en los concursos para las rutas escolares, “en mi opinión perjudican a los más pequeños, que nos tienen más olvidados y nos exigen cada vez un poquito más”, se añade los retrasos en los pagos. “Las rutas de septiembre las empezaron a pagar en febrero, y eso a nosotros que vivimos de esto nos hace mucho daño”.
Pero, a pesar de las dificultades se muestra orgullosa de una profesión que desempeña con cariño dando lo mejor de sí misma en cada carrera.
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