El pasado 20 de octubre representantes del taxi de Madrid -miembros de la junta directiva de Federación Profesional- acudieron a la Asamblea de la Comunidad para saber qué iba a hacer Ayuso tras el referéndum en el que participaron casi 9.000 profesionales y en el que se rechazaron de pleno las intenciones del Gobierno regional de liberalizar el taxi.
La presidenta de la CAM, lejos de tomar en serio los resultados de la consulta de los taxistas, reiteró su compromiso de aprobar un nuevo Reglamento del Taxi que trae consigo una liberalización del sector, acabando con la regulación horaria, el día libre y el régimen tarifario tal y como se conoce actualmente. Los taxistas, tras escuchar las palabras de Díaz Ayuso, abandonaron el hemiciclo.
Instantes después de ese momento, La Gaceta del Taxi entrevistó a Juan Lobato, portavoz del Partido Socialista en la Asamblea de Madrid, con el objetivo de conocer la opinión de su grupo político ante el presente tan movido que atraviesa el taxi y que va a marcar su futuro a corto, medio y largo plazo.
Gaceta del Taxi. - ¿Qué sensación le queda tras ver a los taxistas abandonar la Asamblea tras escuchar de nuevo las intenciones de Ayuso de aprobar el nuevo Reglamento?
Juan Lobato. - Lo que me parece, y la pasa en muchas ocasiones a la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso, es que ningunea a la gente como si se tratase de dos personas. Minusvalora estas reacciones diciendo que se trata únicamente de dos personas enfadadas o, por ejemplo, de dos familias de mayores que en la residencia les han tratado mal. No oiga. Son miles de personas. En el sector del taxi es clarísimo. Han votado en el referéndum casi 9.000 taxistas, no han votado treinta amigos para decir que las cosas no les gustan. La participación del sector ha sido altísima y las demandas muy claras. Que se le ninguneé y se le falte al respeto de esa manera como si fueran tres perdidos en lugar de la masa que representa el colectivo del taxi que se ha movilizado, lo considero una falta de respeto.
G.T.- ¿Qué opinión tiene el Partido Socialista ante la reforma del Reglamento del taxi que pretende aprobar el Gobierno de la Comunidad de Madrid?
J.L.- La liberalización no me parece una solución en absoluto. Que un taxista tenga que trabajar 24 horas al día, los siete días de la semana, para salvar un servicio público y que compita con el sector privado es lo contrario a lo que el Partido Socialista defiende. Lo que hay que hacer es salvar el servicio público en condiciones de calidad. Eso es lo que necesita Madrid y esto que quieren hacer es todo lo contrario.
Dos vías para la convivencia entre taxi y VTC
G.T.- Existen dos formas de gestionar la convivencia entre el taxi y las VTCs. Así nos lo han dicho repetidamente. Una opción es apostar por la liberalización de los mercados y la otra, apostar por una regularización de los servicios. ¿En qué punto está el PSOE al respecto?
J.L.- Lo tengo claro. Los servicios públicos son sectores regulados. Hay que establecer unas condiciones para un servicio púbico que queremos garantizar como es el del taxi y asegurar que siga existiendo. El problema que viene dado con la liberalización total es que no garantizas que el servicio público tenga futuro. Al final, si la competencia va a ser a cara de perro, habrá un día al que un taxista no le interese competir porque no salen los números para mantener ese servicio público. Nos encontramos que en cinco años llegas de un vuelo a las tres de la madrugada, no hay taxi porque ven que no pueden competir con ese sector privado, y ese sector privado te va a decir que cuesta 95 euros llevarte a casa. Madrid no puede permitirse llegar a ese punto y para no llegar a ese punto lo que hay que hacer es garantizar que el servicio público del taxi tenga unas condiciones para desarrollar su actividad.
G.T.- ¿Hay riesgo de que pueda quedar desprotegido el usuario con esta liberalización si, por ejemplo, las tarifas pasan a un segundo plano?
J.L.- Entiendo que al usuario se le desprotege. Ahí surge el verdadero problema. Está muy bien que pueda competir todo el mundo, pero si quieres tener un servicio público con una tarifa garantizada para que cualquier ciudadano que llega a las tres de la madrugada al aeropuerto, tenga derecho a coger un taxi con su tarifa regulada, tienes que poner unas condiciones para que se pueda garantizar ese derecho. El problema surge en si no quieres esas condiciones, ni garantizarlas, y te da igual que haya que pagar 90 euros para ir a tu casa desde el aeropuerto. Es en torno a ese modelo que queremos sobre lo que tenemos que decidir. Y el modelo de liberalización absoluta que plantea el PP supone que en cinco años ir a nuestra casa nos cueste 90 euros.
G.T.- El decreto Ábalos, publicado a finales de septiembre de 2018, daba a todas las comunidades autónomas la oportunidad de establecer una regulación para la actividad urbana de las VTCs. En Madrid hubo que esperar hasta el mes de junio de 2022 para conocer la ley. ¿Qué le pareció el contenido final del texto?
J.L.- Hay una cosa que me sorprende durante el año que llevo de portavoz del Partido Socialista en la Asamblea y es que el PP no habla con nadie y en una situación en el Parlamento en el que no tienen mayoría absoluta. Si fueran los tiempos pasados en los que el PP disfrutaba de mayoría absoluta lo puedo entender, pero es que ahora no dispone de esa mayoría y Ayuso, que está “débil” parlamentariamente, no tiene ni un mínimo de diálogo ni de participación. Nosotros se lo ofrecimos. Nos hemos reunido con los representantes del taxi y de las VTCs, y le hemos ofrecido al Partido Popular que no cometiera el error que ha cometido y que tuviera un diálogo amplio también con el resto de grupos parlamentarios para que garantice que ese servicio público pueda funcionar. Y pese a hacer ese ofrecimiento de una forma absolutamente leal, no hemos recibido ni una sola llamada de teléfono. Ni una llamada. Ya de entrada las formas, mal. En segundo lugar, el contenido que ha tenido esa ley, hecha a última hora en el último minuto cuando has tenido todos estos años para haber podido hacerlo, dice muy poco de su capacidad de gestión y de planificación.
G.T.- Ahora esa ley se recurrió ante el Tribunal Constitucional. ¿Qué recorrido creé que puede tener ese recurso?
J.L.- Lo que tiene recorrido es que cambien las mayorías parlamentarias y que en el Parlamento regulemos con inteligencia para garantizar que el servicio público del taxi sigue funcionando. Es lo único que tiene garantías, que ganemos las elecciones y en eso estamos centrados.
Nuevos modelos de movilidad
G.T.- ¿Qué mensaje les transmitiría a los taxistas en un año bastante movido a nivel político con elecciones generales y autonómicas?
J.L.- Lo primero que debemos transmitirles es un mensaje de ánimo. De que aguanten, mantengan posición porque son básicos para que Madrid funcione y para que Madrid tenga futuro y progrese. También quiero darles un mensaje de esperanza en el sentido de que nosotros tenemos muy claro que ese servicio público es un enorme capital de la región de Madrid. Ese capital debemos protegerlo, y eso significa tener una regulación que les permita desarrollar su actividad con garantías en el futuro.
G.T.- Y más sobre todo en un momento en el que la movilidad urbana está cambiando tanto. Hace cinco años no imaginábamos cómo estamos ahora. Con todas las opciones que tenemos. El peso que puede tener el taxi, sobre todo con la reducción del uso del coche privado en las grandes ciudades. ¿Cómo ve la movilidad del futuro?
J.L.- Vamos a un modelo y creo que en el sector publico debemos valorarlo y analizarlo con inteligencia, donde en las grandes ciudades vamos a pasar de la propiedad al uso. Claramente, además. El taxi es un potencial y si vives en Madrid cada vez tiene menos sentido tener un coche, y para no tener un coche tienes que tener posibilidades de moverte, posibilidades privadas, pero también de servicios públicos, de transporte público y de taxi. Al final es un elemento que en este cambio de paradigma social y cultural que estamos teniendo en la ciudad de Madrid es clave para que pueda hacerse con garantías y no estar simplemente sometido al mercado. Debemos tener un modelo que garantice que se puede dar ese salto, que la familia que decida no tener un coche lo pueda hacer porque va a poder elegir moverse en bus, Metro o en el taxi en las condiciones adecuadas a sus necesidades, al margen de las formas privadas.