El tuning llega al taxi
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Subirse en el taxi de Ángel Fernanz es como adentrase en un universo paralelo. Las luces rojas y azules que envuelven el vehículo crean un clima que, durante el tiempo que dura la carrera, te transportan a otro planeta. Los asientos, a juego con los colores que adornan todo el coche, y las alfombrillas, de efecto metálico, colaboran para crear la atmósfera perfecta. Si a esto se añade la televisión incorporada dentro del habitáculo, la sensación que siente el cliente es de auténtica incredulidad y fascinación.
Ángel es segoviano y llegó a Madrid hace 40 años con una mano delante y otra detrás. Trabajó desde muy joven en un taller mecánico en su ciudad natal pero, a los 22 años, decidió continuar su pasión por el motor al volante de un taxi en Madrid. Ahora, tras 35 años al frente de varios, entre ellos tres Seat Toledo, confiesa que hace poco descubrió el mundo del ‘tuning’ gracias a un compañero, que llevaba su taxi ligeramente ‘decorado’. Y, ni corto ni perezoso, decidió aunar pasión y trabajo y convertir su taxi en su más preciado tesoro, objeto de miradas atónitas de usuarios y transeúntes.
Este taxista ya es conocido como Ángel el del tuning
Un taxi único. Es lo primero que se te pasa por la cabeza cuando contemplas el vehículo en el que Ángel buena parte del día. Sin duda, su dueño está muy orgulloso del trabajo invertido en él y no lo cambiaría, asegura, por ningún otro taxi del mundo. Cree que los clientes que entran en el habitáculo son muy agradecidos con su trabajo ‘decorativo’ y que valoran que haya en Madrid taxis distintos como el suyo, “más personalizados y que puedan ofrecen un valor añadido al servicio”.
Entre otros accesorios no falta la televisión ni suelos con alfombrillas metálicas y rojas a juego con la tapicería
Ángel, sin pasar a dar detalles de la cifra que han supuesto estos ligeros cambios realizados en el coche durante cuatro años, tan sólo expone que se trata de una “cantidad razonable” pues, al fin y al cabo, “creo que repercutirán en un mejor servicio para el cliente”. Hay otros compañeros que no comparten que deba gastar dinero en embellecer su taxi. Piensan que es un malgasto de dinero y que, en cualquier caso, debería hacerse con el coche de uso personal. Este compañero tan singular no lo ve así: “En un coche particular no monta nadie más que tú, tu familia y tus amigos. Y no se valora tanto. En cambio en un taxi, donde cada día pasan clientes nuevos, la gente se fija más. Siempre los usuarios tienen alguna palabra de halago hacia mi taxi”, como: “qué bien lo tiene”, “que bonito está” o “que limpio”.