EDITORIAL: Fortaleza y vulnerabilidad

Fortaleza y vulnerabilidad

Editorial La Gaceta del Taxi Abril 2020

 

El mundo que conocemos y vivíamos hasta hace poco más de un mes nada tiene que ver con lo que estamos sobrellevando desde entonces. Jamás hubiéramos imaginado que lo que está ocurriendo en más de 225 países y a 2.500 millones de personas, y no ha acabado el  traumático recuento, hubiera sido posible si no es porque nosotros mismos nos hemos convertido en el centro de la batalla, en la que un enemigo, solo visible a golpe de microscopio, está poniendo contra las cuerdas todo cuanto somos, cuanto hemos aprendido .. cuanto creemos haber conseguido, sin pararnos a pensar, inmersos como estamos en una frenéticai fiebre por dominar el mundo, en nuestra propia insignificancia y vulnerabilidad como simples seres humanos.

 

Miles de muertos, que llegarán a ser cientos de miles, y por fortuna también cientos de mlles de curados, son la prueba de que el Coronavirus poco necesita saber de dominios, progresos ni tecnologías para poner nuestra propia existencia contra las cuerdas.

 

Esta nueva arma letal de trazos invisibles, mutada como si fuera un Alien, está poniendo también en cuestión, aunque aun no seamos conscientes de ello, centrados como estamos en doblegar una curva que se resiste, el ansiado un modelo de sociedad capitalista venerador del consumo, bajo la “sagrada” bandera del mundo global. Amparándonos en esta consigna global que nunca parece llegar a su pico más alto, hemos reorganizado nuestra economía como si se tratara del mayor descubrimiento del siglo XXI para salvaguardar, nos dicen, nuestro estilo de vida.

 

Por el camino hemos ido dejando heridas que derriten glaciares, contaminan ríos, elevan mares, inundan laderas y valles, intoxican el aire y nos ensucian el respirar. Hoy que ese mundo global ha echado el cierre temporal arrastrado por la pandemia del Covid-19, paradojas del destino, es cuando nuestro maltrecho Planeta se vuelve a oxigenar, registrando en solo unas semanas los niveles de contaminación más bajos de las últimas dos décadas. Algo sobre lo que sin duda habremos de reflexionar más adelante, una vez controlada la enfermedad global.

 

Encerrados más de cuarenta días ente cuatro paredes muchos de nosotros hemos experimentado el miedo natural a un enfermedad sin control, pero también algo nuevo: el temor a llegar a pasar hambre, lo cual nos vuelve a la propia esencia del ser humano y nos iguala, aunque hayamos llegado a la Luna, a los hombres del siglo XIV asolados por la peste o a los del siglo XIX, diezmados por la mal llamada gripe española. Resistir era la consigna entonces y lo sigue siendo ahora, por eso tal vez debamos re-evaluar nuestras prioridades para volver a darnos cuenta de que vivir, disfrutar de la vida, más allá de las comodidades, requiere sobre todo la fortaleza que nos da nuestra condición humana.

 

Desde esa fortaleza, nuestro más sincero agradecimiento a todos cuantos están luchando cada día contra esta pandemia para preservar la vida y nuestra mayor solidaridad y condolencias para quienes han perdido a sus seres más queridos.