Opinión
por Iñaki Aramburu
Que se quiera negar la evidencia del exceso de taxis en España, más que un error, es una ceguera o incapacidad de afrontar el problema a medio plazo, necesaria para la subsistencia del sector en condiciones mínimas de servicio y rentabilidad.
Si hablamos de las regulaciones que se han ido implantado en el sector (no todas iguales en las distintas ciudades), sería conveniente echar un vistazo atrás para observar cómo y por qué se han producido, y también las actuaciones de nuestra clase política con el sector.
A finales de la Dictadura (Mayo de 1974), los políticos de entonces decidieron que los ayuntamientos podían incrementar en un 50% el número de taxis de sus ciudades (en Madrid casi 5.000), y a su vez el sector del taxi tuvo que integrar los llamados Gran Turismo, lo que hoy serían los Vehículos de Alquiler con Conductor.
España se convierte en un Estado Democrático de Derecho, y en los años ochenta y siguientes, se reestructuran muchos sectores, que a su vez con nuestro ingreso en la Comunidad Europea, nuestro país comienza a recibir fondos económicos para ayudarnos en nuestro desarrollo. Fondos que también llegaron al sector del transporte, pero que para el sector del taxi, pasaron de largo.
En todo este tiempo el sector del taxi, no ha hecho ni más ni menos que suplir las carencias de transporte a los ciudadanos por parte de las distintas administraciones, que a su vez desarrollando distintos modos de transporte con dinero de los Fondos Europeos, y subvencionando los mismos, en el taxi pasábamos años sin actualizar las tarifas.
Está claro que desde la época de la Dictadura hasta hoy, para la clase política contamos muy poco o nada, pero no solo hay que responsabilizar a las clase política, ¿y nuestros representantes que han hecho?, ¿tomaron y toman alguna iniciativa para adaptarnos en oferta y demanda como en los países europeos de nuestro entorno?, seguro que cada uno tenemos una respuesta.
Es evidente que cuando comencemos a salir de la maldita crisis, nada va a ser como antes, pero lo que sí es cierto, es que tendremos más competidores, y sino empezamos a tomar conciencia del problema real, solamente con regulaciones, que por cierto se vienen haciendo desde la fatídica medida tomada en 1974, acompañándolas con medidas paliativas, el futuro no lo tenemos nada claro.
Valga como ejemplo Zaragoza, donde sus representantes dice que hay que rescatar 600 licencias, que supone el 30% de las existentes (lo mismo que en la mayoría de ciudades Españolas), dirigiéndose a Europa con el fin de solicitar fondos. No estaría de más que siendo un problema Nacional, saber la opinión al respecto de las asociaciones nacionales (CTE, FEDETAXI, UNALT y UGT-Uniatramc).
Los principios de Eficacia (Francia), como el de Subsidiariedad (Alemania), son los que han funcionado en Europa, el segundo es claro, si por el desarrollo de un sector, se perjudica a otro, este tiene que ser subsidiado (ayudado económicamente para su reestructuración), en cuanto al primero, solamente dos datos, Francia 57.000 taxis para una población de 66.000.000 de habitantes, España 67.000 taxis para una población de 47.000.000 de habitantes, en definitiva nos queda mucho por hacer si queremos tener futuro.
Sé que muchos cuando lean este artículo, dirán que es una utopía, y otros aún sabiendo que es el camino no lo querrán ver, como aquellos que solo por su interés personal, y no el general, dirán que es imposible, pero aplauden y ven bien el rescate de otros sectores implicados en infraestructuras sobredimensionadas como sobredimensionaron el sector del taxi en 1974, y que estamos pagando las consecuencias muy duramente. Qué pena, el problema lo tenemos dentro, y el político lo sabe, y si seguimos así no moverá ficha.
En estos días, nos ha dejado Secundino Pérez Vega (Secun), persona y compañero que creía en la Reestructuración del Sector y en la Amortización de licencias, para llegar al verdadero equilibrio entre oferta y demanda, dejando atrás las discrepancias de opinión, pero compartiendo la misma idea para el sector, me quedo con el recuerdo de la última caña que tomamos juntos, siempre estrechando la mano con una sonrisa en la cara. Hasta luego Secun.