Cada vez que nos vemos obligados a dar la triste noticia de que un taxista ha sido asesinado durante su jornada laboral, una de las preguntas que siempre nos asalta es la misma: ¿Se podría haber evitado? El último asesinato tuvo lugar a última hora de la tarde, a las 19.45, en un trayecto aparentemente inofensivo que finalizó precisamente en el Hospital Príncipe de Asturias en el que finalmente ha fallecido Isidro, un taxista de Alcalá de Henares de 62 años de edad. Se desconozcen muchos detalles de lo ocurrido, pero sí que ha trascendido que la Policía se ha valido de las imágenes de la cámara de videovigilancia que este taxista llevaba en su vehículo para detener a su presunto asesino.
Una cámara que haya grabado la agresión y que, sin embargo, nada pudo hacer para evitarla. Nadie pone en duda que se trata de una medida persuasiva que puede ser muy efectiva, pero, a los hechos me remito, no siempre funciona al 100%. Por eso, desde estas líneas, queremos hacer una reflexión sobre qué elementos pueden ayudar a evitar que esto vuelva a repetirse, que es lo que verdaderamente importa aquí.
En general, el taxi es hoy un trabajo más seguro que hace 30 años, no es menos cierto que, en este largo camino ha habido algunos cambios notables sobre cómo reducir los riesgos en el taxi. Se instalan sistemas de videovigilancia, botones de pánico con conexión a centrales de seguridad. Se ha reducido el uso de efectivo gracias a la obligatoriedad, por lo menos en las grandes ciudades, de llevar siempre un datáfono, minimizándose el riesgo a sufrir un atraco. Además, a todas estas medidas podemos añadir el factor humano, ese que, con la experiencia de los años, consigue alertar a un taxista de no subir a un pasajero con malas intenciones a su taxi. Lamentablemente, nada de esto puede librar a un taxista de encontrarse con un asesino que decida que ha llegado su momento.
La desaparición de la mampara
En los años más difíciles, era habitual subir a un taxi y que este llevara mampara, especialmente si ese taxista trabajaba por las noches. Sin embargo, encontrar ahora una mampara es extraño, y eso que durante la pandemia muchos añoraron aquellas barreras de seguridad y se instalaron algunas provisionales. En estos días, los cierto es que se trata de una herramienta en desuso en nuestro país, primero por las dificultades que muchos tuvieron al cambiar a nuevos modelos y que no pudieron reutilizar su mampara. Tampoco ayudaron las dificultades impuestas por algunas marcas, que obligaron a muchos taxistas a desistir de seguir llevando este elemento de seguridad en sus taxis.
Frente a la desaparición que ha sufrido esta barrera en los taxis de nuestro país, en otros lugares el uso de mampara está totalmente integrado en el taxi, como es el caso de Londres. Allí todos los vehículos llevan mampara y no existe contacto entre el profesional y el usuario, por lo que el pago, mayoritariamente con tarjeta, se realiza a través de un datáfono situado en la parte posterior del taxi. De esta manera, el taxista va aislado y, además, reduce el riesgo de robo al eliminar casi por completo el pago en efectivo.
Por eso es fundamental que los profesionales tengan a su alcance todas las opciones de seguridad que existen. Para que puedan trabajar sin miedo y que nunca más vuelva a ser noticia el asesinato de un taxista.