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20/12/2019 - Gaceta del Taxi

“Saber defensa personal te puede salvar la vida”


Tras vivir en primera persona la lacra de la violencia de género, Pedro Latorre, un taxista de Tarragona, decidió hace más de dos décadas estudiar artes marciales. Su objetivo, transmitir sus conocimientos a otros para que todos tengan herramientas que les permitan salvar sus vidas. Este amor y dedicación por el Taekwondo le ha valido convertirse en el único taxista en recibir la medalla de oro al mérito deportivo.

 

Latorre sabe lo que es vivir en primera persona la violencia. “De pequeño viví muy de cerca la violencia de género, mi padre maltrataba a mi madre y yo, como era pequeño, no podía hacer nada. Es por eso que decidí que practicaría el Taekwondo, para poder defenderme yo y también ayudar al resto de personas a hacerlo”. Y con ese objetivo en mente lleva más de dos décadas enseñando a niños, mujeres y cualquier colectivo que quiera recibir una clase suya. Esta es su historia.

 

Gaceta del Taxi.- ¿Cuándo comienza a practicar artes marciales y que le impulsa a convertirse en entrenador?

Pedro Latorre.- Yo empecé en 1983 en el Taekwondo, aunque antes ya había hecho kárate. Empecé siendo muy jovencito. porque en casa sufrí en primera persona la violencia de género. Y pensé que cuando yo fuera mayor, iba a defender a mi madre. Entonces me introduje en las artes marciales. No con el objetivo de sacarme títulos, sino como defensa, para poder coger autoestima en mí mismo, porque lo había pasado muy mal. En 1986 me saqué la primera licencia federativa y después me fui sacando el resto de titulaciones y empecé a dar clases, que fue hace unos 25 años. Siempre me he dedicado más a dar defensa personal a mujeres. Lo he hecho en muchos centros de Tarragona y en municipios, y de forma gratuita. Creo que después de vivir lo que yo había vivido qué menos que enseñar a la gente algo, lo mínimo para por lo menos escapar y poder pedir socorro. Pero hago muchos cursos, en AMPAS, centros cívicos, para que paguen menos cuota y puedan hacerlo todos. No tengo ningún problema en dejar entrenar a niños gratuitamente si es lo que quieren practicar realmente.

 

G.T.- Por las tardes da clases y por las mañanas, trabaja en el taxi. ¿Cómo lleva este ritmo de vida?

P.L.- Yo disfruto también trabajando el taxi. Ir de un lado a otro, conocer gente diferente. Siempre me ha gustado mucho conducir y disfruto de las dos cosas. El taxi me vale para relajarme. A mí me llena la vida que llevo. De 8 de la mañana y hasta las 4 de la tarde me dedico al taxi todos los días. A las 5 empiezo a dar clases y acabo a las 9, y esto todos los días de lunes a viernes. Yo estoy muy contento con la vida que tengo aunque es verdad que conforme vas cumpliendo años es cada vez más difícil hacerte con los niños más pequeños. Siempre me he sentido orgulloso de ser taxista y si volviera a dar marcha atrás a mi vida ,elegiría esta profesión de nuevo porque tengo que reconocer que me encanta. Y también volvería a practicar artes marciales para ayudar a la gente.

 

G.T.- ¿Saben sus compañeros de esta doble vida?

P.L.- Sí que saben que me dedico a ambas cosas porque, a pesar de lo ajetreado de mi día a día, no falto ni un día a mi trabajo con el taxi. Sábado y domingo incluidos. En verano no doy clase y le echo más horas en julio, agosto y septiembre. Hago más de 12 horas. No me canso.

 

G.T.- Además de los cursos de Taekwondo a niños, enseña defensa personal, principalmente a mujeres. ¿Qué se aprende en sus clases?

P.L.- Cuando doy una clase de defensa personal hago una mezcla de Taekwondo, hapkido, full contact, lo mezclo todo en las menores horas posibles para enseñar cómo se pueden defender, cómo se pueden escapar de cosas que pueden pasar en la calle. Es una cosa que vivo mucho, ya que no pude defender a mi madre, al menos que pueda defender a más gente. A día de hoy hay más recursos de los que había cuando yo viví esta situación en mi familia hace cuarenta años. Es algo que no existía y es ahora cuando hay que aprovecharlo. Antes sucedía lo mismo, pero nadie lo denunciaba, nadie hablaba de ello. Sus palabras se quiebran cuando habla de su propia experiencia siendo un niño. “Es algo muy duro”, insiste. Pero recalca que eso fue, precisamente lo que le motivó a iniciarse en el mundo de las artes marciales.

 

P.L.- Quiero evitar que la gente padezca lo que yo sufrí. Porque esta violencia la sufrimos todos. Lo importante es que estas mujeres tengan un mecanismo que las permita escapar y buscar ayuda. Ahí está la clave. Porque el hombre es muy macho, y cuando le pega una paliza a una mujer, si la mujer se queda quieta, él se crece. Pero si la mujer responde, planta cara, la cosa cambia.

 

G.T.- ¿Existe un perfil concreto de alumnos en sus cursos de defensa personal?

P.L.- No hay un perfil definido. Cuando hago defensa personal no hago mucha gimnasia, lo que me interesa son las llaves. Y cualquier persona de cualquier edad que se encuentre bien puede hacerlo. Saber defensa personal te ayuda a hacer frente a una agresión. Consigues controlar el miedo y que este no te paralice, si puedes reaccionar, con las llaves que yo enseño pueden defenderse y salir huyendo. También les enseño, por ejemplo, cómo reaccionar cuando intentan golpearlas con un palo, o con un cuchillo.

 

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