Centenares de taxis colapsaron el pasado 10 de febrero la capital francesa, dejando sin taxis los principales aeropuertos de la ciudad. Protestaban así contra los servicios de VTC que consideran competencia desleal.
Aunque las VTCs sólo pueden trabajar mediante reserva telefónica, los taxistas aseguran que recogen en la calle de manera ilegal. Además, mientras que estas VTC pueden alquilar los coches en el extranjero y no necesitan permisos especiales, los profesionales del taxi están obligados a cumplir con una férrea normativa y pagar una licencia.
Por todos estos motivos, poco después del amanecer, el aeropuerto Charles de Gaulle, donde se reunieron hasta 55.000 taxistas “cabreados”, o el de Orly al que también acudieron cientos de manifestantes, fueron los bloqueados como método de protesta.
Acompañados por la policía, los taxistas se desplazaron después hasta el centro de París en una lenta procesión que colapsó las vías de comunicación con la capital ocasionando un monumental atasco un lunes por la mañana.
Los profesionales piden al Gobierno un mayor control del servicio que realizan las VTCs y que asegure una “saludable competencia” entre ambas formas de trabajo.