Aunque cada vez es más habitual subir a un taxi y encontrar al volante a una mujer, hace ochenta años era algo impensable. Por ello hoy, Día Internacional de la Mujer, queremos recordar a algunas de estas pioneras.
Mujeres como Piedad Álvarez, que comenzó a trabajar en el taxi durante la II República en León. Durante cuatro décadas el taxi fue su profesión en una época en la que pocas mujeres conducían. Ella lo hizo a pesar de ser maestra, estudió Magisterio pero nunca ejerció, porque necesitaban dinero en casa. Aprendió a conducir en el garaje de su madre y confesó, en diferentes entrevistas a los medios, que nunca tuvo un accidente. Ella fue la primera, después le seguirían otras.
En Madrid la primera fue “La Rusa”, como llamaban cariñosamente sus compañeros a Victoria Vasilievna Judoleeva, quien falleció en marzo de 2014. Natural de Crimea y casada con un español, uno de tantos niños de la guerra que llegaron a Rusia durante la guerra, en 1964, casi tres décadas después que Piedad, Victoria se convertía en la pionera del taxi femenino en la capital.
A día de hoy la presencia de la mujer en el taxi es algo normal, si bien las cifras demuestran que se trata de una minoría. En el caso de Barcelona, según datos del Institut Metropolità del Taxi, solo el 5,7% de los taxistas son mujeres.